lunes, 19 de enero de 2009

FALTA EDUCACION

Hoy, ya entrados en la normalidad más absoluta, nos hemos ido a hacer visitas por esos mundos de Dios. Y nos hemos encontrado con tipo de lo más peculiar en la primera visita de hoy. Era un tipo, pero que muy peculiar. Nervioso, no paraba. Jóven, bastante jóven.

Cuando la Parra y yo trabajamos lo hacemos en equipo. Esto significa que yo voy midiendo la casa y le digo las medidas: "desde la puerta, uno coma treinta y cinco". Y hay que hacerlo con cierta precisión ya que el plano luego lo pinta en el ordenador uno (Tovi) que no ha estado en la casa". Cuanto más silencio hay en la casa mucho mejor. Pues el tipejo al que llamaremos Gritomucho, se ha pasado la visita hablando por el teléfono. Pero no se iba a una una habitación distinta. No. En una vivienda de tres plantas y 180 m2 se acercaba a la Parra para hablar por teléfono. Y muy alto. Y yo iba comentando la jugada con la Parra, también muy alto: "pues mira que es grande la casa como para que te chille al oido". Pero el otro, ni caso. Y claro yo tenía que decir las medidas más fuerte que lo que él hablaba. Y en realidad todo lo que hablaba eran puro cotilleo. Porque no se ha traido la documentación y ha dicho: "ahora le digo a un compañero que la traiga". Y el compañero le debe haber enviado a freir puñetas, ya que ha dicho: "en dos minutos os la traigo". Es otra peculiaridad de los inmobiliarios; los "dos minutos, estoy al lado", se suelen convertir en 10 ó 15 minutos. El día de Gritomucho medido en sus dos minutos debe de tener unas 45 horas más o menos. Cosas que tenemos que aguantar en las visitas.

Como contrapartida en la segunda visita hemos estado con Pepesiesez. Ni una sonrisa. Ni una palabra de más. Desconfiado. Uraño. Un notengoamigos y nomevoyahacertuyo. Ni un peloteo. Nada de nada. Ni tantos ni tan calvos oiga.

Por otro lado, los enanos están recuperados al cien por cien. Hoy han quemado la mitad de las energías que no han quemado la semana pasada y en quince minutos han acabado con la Parra, que sigue sin estar muy fina. De hecho, en un momento dado he pensado para mis adentros: " a ver si os da un poco de fiebre que quietecitos estais la mar de guapos". Pero no. Compensa su alegría, ver la casa llena de gritos y juegos; no poder trabajar con paz. Ver cómo se pegan, se fastidian unos a otros, cómo se rien. La normalidad ha vuelto a la casa. Falta que la Parra se termine de recuperar. Poco a poco.

No hay comentarios: