lunes, 9 de agosto de 2010

CON EDUCACION SIEMPRE GANAS

Hoy hemos salido escopeteados a una de nuestras visitas. Antes he reñido a la Parra que no estaba preparada. Estaba en otra labor, importante, pero no estaba en su sitio. Yo llegaba de correr en dos ayuntamientos para no llegar tarde.

Sube la Parra al coche y nos lanzamos a la cita que era a las 10 de la mañana. Llegamos al sitio. No hay nadie. Yo nervioso, porque a las 11 de la mañana he quedado con otro señor en otro pueblo.

10,15 llamo al citado. Se le ha olvidado. Dice que viene en 15 minutos. La Parra y yo vamos jurando en hebreo la impuntualidad y la falta de seriedad del señor. A las 10,39 llamo al de la 11,00 para decirle que no llego. Ya está en la casa esperándome. "Pues 45 minutos no me los quta nadie" le digo. "No te preocupes te espero". Me dice.

Mi cabreo ya alcanza cotas insospechadas. Son las 10,47, hace 30 minutos me dijo que tardaba 15 minutos. Le vuelvo a llamar. Pero cuando estoy en ello, aparece.


"De verdad que os tengo que pedir perdón. Se me ha ido el santo al cielo. Perdonar el retraso. Lo siento muchísimo" y así un rato disculpándose, mientras nos abre la puerta, nos enseña la casa. Cuabdo nos vamos nos vuelve a perdir perdón.


Pero ya con el primer perdón se nos fue el enfado a los dos. Se lo comento a la Parra. "Sí es que hay muchas formas de retrasarse y de entrar cuando uno llega tarde, y ésta ha sido la mejor que podía haber tenido". Y nuestro enfado se ha diluido en una balsa de perdón.


Claro que vista la experiencia, cuando hemos llegado a las 11,40 a la cita de las 11,00 nos hemos deshecho en disculpas y parabienes. Y también ha funcionado.

Y los enanos felices con los abuelitos. Todo marcha.

Mañana será otro día. Sed felices

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