lunes, 10 de agosto de 2009

RELATO DEL MILAGRO II

Una vez en la habitación, que pedimos con balcón -como siempre- vino a atenderle Carmen de Mairena, con su color y sus labios descomunales. Con malos modos, intenta saber cuánto ha dilatado. Después de realizar dicha maniobra, le dice: "qué difícil eres de explorar", como si fuese lo más natural del mundo semejante maniobra. Y se larga. Y mientras la Parra empieza a retorcerse. Y llega una enfernera muy mayor y la Parra le agarra del brazo en una contracción y la enfermera le dice: "no me agarres que me pongo muy nerviosa". Y pensamos, "pues sí que estamos en buenas manos, la Carmen de Mairena más burra que burra, y la otra tan sensible que se pone nerviosa".

Y todo el mundo empieza a correr. Cada vez que entra alguien en la habitación le digo: "la Parra quiere la epidural", por si se olvidan, que partos con dicho invento son buenos partos. Y por fín le bajan al quirófano.

Como marido te toca esperar a que le hayan puesto la epidural. Y esperas fuera. Normalmente es un momento muy tenso, ya que el desconocimiento siempre produce zozobra, inquietud. Y mientras espero en la sala de espera, me quedo dormido. Una cabezadita reponedora.

Llegan a por mí y siempre hago la misma pregunta: "¿ha dicho muchos tacos?". "Sólo dos" me contesta. "Y un pellizco", añade. Pues sí que está comedida, pienso. Esto va bien.

Entro en el quirófano y todo el mundo me corrobora que ha dicho sólo dos tacos y un pellizco. Está en la gloria. Es el momento de decir tonterias, de advertir que no hace falta que digan que es bonita cuando salga, que somos conscientes que los niños cuando salen son feos de narices, y que no hay que disimular. Y estamos preparados para que venga. Son las 14,10 del jueves seis de agosto.

Mañana más. Hasta mañana.

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