martes, 26 de mayo de 2020

EL MONSTRUO

Todos tenemos uno. Es eso otro yo que nos sale en los momentos en los que nos ponemos tensos. Normalmente, lo mayores lo solemos controlar habitualmente. Es lo que se suele llamar mal carácter, pero en realidad es el "yo desatado", el de la mala leche.

La diferencia entre la adolescencia y la madurez es el control del monstruo. Cuanto más mayor es una persona menos aparece. Sólo en contadas ocasiones.

Pero cuando uno es adolescente, o preadolescente, el monstruo suele ser parte de uno mismo. Suele cohabitar con el individuo.

En esta etapa dela familia estamos en la fase "dejar al monstruo en el techo". Le he explicado que el "otro yo" quiere dominar a seres buenos, dóciles, obedientes, para convertirlos en contestones, mal educados, fastidiosos con sus hermanos, haciendo la convivencia imposible. Por que los monstruos saben que si se hacen con el control de uno de los miembros de la familia, podrá controlar más fácilmente al resto. Incluso a los mayores.

Pero no!. La batalla es no dejarle entrar en el cuerpo. Que no domine a ninguno de la familia. Que sigan por el techo aburriéndose.

Y para ello, la receta es la paciencia, el buen humor y estar alerta.

¿Y cuando es más fácil que los monstruos dominen a uno? Es muy fácil: al despertar, que tenemos la guardia baja, antes de un examen que estamos centrados en el mismo y por lo tanto las alertas están desactivadas y cuando uno ha tenido un echo que le ha contrariado. Son momentos en los que las alertas están ocupadas en otros menesteres.

Pero la lucha por la convivencia en un espacio pequeño, es siempre la misma: que los monstruos no entren en ninguno de los ocho de la casa.

Lucha complicada, pero posible. ¡¡¡A por el monstruo!!!

A pasarlo bien!!!!

No hay comentarios: