Tato, todas las tardes, y ahora Lulú también, se dedican a recorrer la piscina llevando las hamacas que tiene que recoger Chema, el socorrista. Y la gente de la piscina se muere de risa viendo al enano empujándolas. Y el caso es que le gusta hacerlo.
Mientras el icho y yo hacemos entrenamiento de fútbol para ponerlo al día en su nuevo estatus de cole de chicos y sólo chicos. Le está viniendo bien.
Y por hoy nada más. Mañana será otro día. Hasta mañana. Ciao.
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